Actualmente muchos de nuestros pacientes, la mayoría corredores, preguntan y conocen en cierta medida estos términos que hacen referencia al movimiento del pie. Preguntas como “¿Soy pronador?, ¿soy supinador? ¿Me hacen falta zapatillas especificas para mi tipo de pie?” surgen desde hace unos años atrás cuando la industria del calzado de running decide especificar un poco mas sus productos y acercarlo de manera más personalizada al consumidor deportista, y estos términos son importantes ya que nos informan de cómo se produce la carrera.
Cuando corremos, el contacto inicial lo realizamos en el suelo con el borde externo del talón generalmente, comenzando con una supinación. Inmediatamente después el pie rota hacia dentro, mediante el movimiento de pronación, hasta que toda la planta del pie contacta con el suelo, de esta forma nuestro pie amortigua el impacto contra el suelo. Finalmente cuando el talón se levanta del suelo el pie tiende a supinar levemente creando así una palanca rígida y poder producir el despegue correcto con el primer dedo.
¿Qué ocurre entonces si limitamos estos movimientos?
Al limitar el movimiento de pronación estaremos creando un pie con poca capacidad de amortiguación y por lo tanto las fuerzas del suelo ascenderán a nuestras rodillas, cadera y espalda. Por otro lado, un excesivo control de la supinación hará que nuestro pie no sea capaz de convertirse en una palanca rígida capaz de propulsar, por lo que nuestra propulsión se llevará a cabo mediante nuestras rodillas, las grandes sufridoras del mal funcionamiento del pie.
Repasando estos términos, por un lado, queda claro que todos necesitamos pronar al correr para adaptarnos al terreno y absorber el impacto de la carrera. Sin embargo, el exceso de pronación, hace al corredor especialmente susceptible a sufrir lesiones por sobreesfuerzo causado por la inestabilidad del pie. En estos casos sería conveniente valorar dicha pronación y pautar un tratamiento con una zapatilla que podamos indicar, una ortesis funcional hecha a medida o la combinación de ambas medidas.
Por otro lado, tenemos el caso de los corredores con gran supinación. Los pies con una supinación severa tienden a ser bastante más rígidos y no pueden absorber el impacto, es normal por lo tanto, que dichos pies se encuentren predispuestos a tener esguinces de repetición, fracturas de estrés, lesiones de peroneos y dolor en la rodilla tanto en su cara externa como interna. En este caso aconsejamos un calzado con buena amortiguación y flexibilidad, y si esto no fuera suficiente podríamos combinar dicho calzado con una ortesis blanda que confiera más amortiguación con el fin de ayudar al calzado a disipar las fuerzas reactivas del suelo.
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